miércoles, 20 de abril de 2011

Primero el mensaje después los hechos.

Esto es lo que podrían decir la mayoría de los periodistas, directores o empresarios de medios de comunicación, cuando se le preguntase en qué lugar pondría los hechos y la noticia.

El rescate de los mineros atrapados en un pozo de la mina San José en Chile se ha convertido en el más importante fenómeno mediático después del 11-S en lo que va de milenio. Uno de cada tres habitantes del planeta fue espectador de este acontecimiento. ¿Se hacen una idea de lo que les digo? Busquen acontecimientos que hayan acabado en tragedia o no y comparen si tuvieron tanta repercusión. Seguramente no.

“Se sabe que cerca de dos mil millones de personas presenciaron a través de los medios el rescate de los 33 mineros que pasaron más de dos meses a casi 700 metros de profundidad, algo que no sucedió con un caso tres veces más grande ocurrido hace poco en China”, dijo quien ha sido uno de los ganadores del premio de periodismo Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, creado por Gabriel García Márquez.

"Esto es más que una historia, es un evento de la comunidad global", dijo la profesora de periodismo de la Universidad de Hong Kong, Yuen Ying Chan, a la cadena CNN. "La gente está fascinada porque no es sólo una historia con un gran interés humano, sino que involucra a un gran número de personas, tiene mucho suspense, trata de la vida y de la muerte y, en último término, provoca la curiosidad de la gente", explicó.

Me interesan dos aspectos del caso: el marketing mediático y la forma de llevar la crisis. En lo que se refiere al marketing, en mi opinión el asunto ha promovido una gigantesca lista de productos de la imagen y la comunicación en todo el planeta. Libros, videos, entrevistas en exclusiva, todo ello se subastó allí mismo, a pie de mina, por parte de los mercaderes mediáticos. En algunos casos, de manera escandalosa, entrando a saco en asuntos como la intimidad de las personas y el manejo de los sentimientos. Se llegaron a firmar contratos de exclusividad para contar historias personales envueltas en el sensacionalismo, allí abajo mismo, mientras permanecían atrapados los propios mineros.

Si analizan la información que se difundió a pie de mina por parte de los servicios informativos de los distintos medios, pocas veces se apuntó a asuntos como las causas y responsables del accidente, los niveles de seguridad en la instalación y el cuestionamiento del papel del gobierno en la exigencia de de las normas que garanticen la vida y salud de los trabajadores. De esto se habló poco. Lo más importante era mostrar los abrazos y las palabras del presidente de la nación, que bien asesorado, supo sacar partido para aumentar su popularidad. Se nos contó que un minero tenia esposa y amante, se entrevistaron a ambas, se difundieron las imágenes de un menor abrazando a su padre recién rescatado, .. Ahora cuando ha pasado un mes del recate y las cámaras y las parabólicas se han marchado del lugar allí queda la tragedia humana de un pueblo, de unos hombres que se van a ver afectados por una crisis minera y la larga espera de unas indemnizaciones que seguro que llegarán tarde y serán escasas para las familias de la región.

Hace mucho tiempo, tuve la oportunidad de compartir mesa con el escritor y periodista Arturo Pérez Reverte y le pregunté hasta dónde llegaba la obligación como profesional y la actuación humanitaria en el caso de un periodista reportero en el campo de batalla como lo fue él y me dijo claramente: “desgraciadamente ante una persona que caiga herida en la calle en un tiroteo el periodista reportero de guerra primero tiene la obligación de hacer la foto y después de prestar le ayuda”. Esta cuestión me hizo pensar en el papel de los medios de comunicación y en la ética profesional. Ahora, después de muchos años de aquella conversación tengo la oportunidad de comprobar que vivimos en un mundo gobernado por los medios de comunicación, por los intereses comerciales y por la nefasta influencia de estos en políticos y gobernantes. El caso del rescate de los mineros chilenos es un claro exponente de esta idea. Ha sido una escandalosa feria de mercaderes de la información y el sensacionalismo que debiera avergonzar al propio gobierno de Chile. Se ha producido el efecto pendular y se ha pasado de la censura salvaje en otros países al más vergonzante episodio en los anales del periodismo mundial en muchos años. Esto no lo digo yo, esto se ha dicho en determinados foros profesionales y se ha denunciado por periodistas valientes y honrados que también los hay.

Los medios de comunicación no sólo manejan a su antojo las noticas sino que modelan y ponen en circulación prototipos que se crean en los gabinetes de imagen y en las agencias de promoción y publicidad. No es posible justificar los niveles de chabacanería y de inmoralidad que se muestran cada día en los medios de comunicación sobre todo en los televisivos, en donde se compran las biografías de determinadas personas que no representan a nadie ni tienen valores destacables que merezcan elogio o admiración por parte de nadie haciendo de ellos/as personajes famosas/as. Piensen en un sencillo ejemplo. Nuestra “princesa del pueblo”, la traída y llevada Belén Esteban. Si escriben su nombre en el buscador de Google puesto entre comillas existen 660.000 páginas en las que aparece su nombre. ¿Es normal esto?, ¿esta señora aporta algo a la sociedad española?, ¿dónde radica el interés hacia su biografía personal?

Estos asuntos resultan ser una burla canallesca a los ciudadanos. ¿Sería deseable un control de las autoridades en los contenidos de determinados medios?, ¿este control atacaría a la llamada “libertad de prensa”?, ¿vale todo en este mundo mediático?, ¿nos cuentan lo que queremos oír?

La ética y la moral de los ciudadanos es la que ellos ponen en circulación, los gustos, las simpatías, las fobias, son modeladas por una pléyade de profesionales del periodismo que no sienten escrúpulos en apostarse en la puerta de un domicilio con sus cámaras para sacar una foto o son intermediadoras de sobornos para que la personas cuenten historias que escandalicen a los ciudadanos.

En aras de la justica debo decir que existen aún periodistas y medios de comunicación que no entran en este juego, pero lamentablemente estos no son los que ostentan las mayores audiencias o tiradas de ejemplares. Creo que es una obligación ineludible de las autoridades y de nuestros representantes políticos poner orden en este asunto, aunque estoy convencido de que no lo conseguirán al menos los que nos gobiernan hoy dado que ellos mismos son fruto y víctimas de las poderosas empresas de la información y la comunicación.

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