lunes, 15 de febrero de 2010

Oscurecimiento global.


La luz solar que llega a la superficie terrestre podría haber disminuido en las últimas décadas, según diversos estudios científicos. Este "oscurecimiento global", provocado en gran parte por la contaminación atmosférica, podría estar dificultando procesos esenciales como la fotosíntesis de las plantas o el ciclo del agua, y que se esté subestimando el verdadero alcance del cambio climático.

El fenómeno se produce porque las nubes pueden reflejar en mayor o menor medida la luz solar dependiendo de la cantidad de ciertas partículas que contienen en suspensión. Los núcleos de condensación que se forman debido a la presencia de las partículas contaminantes dan lugar a gotas de agua más pequeñas y en mayor número que los que se formarían de manera natural, de este modo las nubes se convierten en activos espejos que rechazan hacia la estratosfera una parte importante de la luz que les llega.

Esta disminución de la cantidad de luz estaría afectando a procesos naturales, como la fotosíntesis, lo que provocaría que las plantas produjesen menos oxígeno y procesasen menos dióxido de carbono (CO2), acelerando el cambio climático. Asimismo, un estudio del Instituto Scripps de Oceanografía sugiere que el oscurecimiento global también estaría debilitando el ciclo del agua en el planeta, reduciendo así la lluvia y poniendo en peligro las reservas de agua dulce.
Los científicos quizá hasta hace unos años no habían prestado mucha importancia a este fenómeno, pero las medidas realizadas en determinados lugares del planeta han corroborado que el modelo climático está muy influenciado por este fenómeno. En este sentido, los expertos en ciencias atmosféricas Leon D. Rotstayn y Ulrike Lohmann indican que la ausencia del monzón en el África sub-sahariana durante los 70 y 80 o la sequía del Sahel, que provocó una hambruna en la zona, se pudo deber a que la contaminación del hemisferio norte enfriaba el Atlántico.

El climatólogo americano David Travis ha estudiado durante 15 años el efecto que producen las estelas de condensación del tráfico aéreo sobre las temperaturas de la corteza terrestre de grandes ciudades. Estas estelas, formadas principalmente por vapor de agua, actúan de la misma manera que las nubes, reflejando cierta cantidad de radiación solar. En el caso de que haya partículas contaminantes en la atmósfera tales como aerosoles, carbonillas o dióxidos de azufre, el efecto nucleizante es el mismo que el explicado con anterioridad.

En 1954 Gerald Stanhill estudió durante un año la cantidad de radiación que llegaba a la superficie terrestre de Israel mediante piranómetros, con el fin de recoger datos que le permitiese el diseño de un nuevo sistema de regadío. Tras 20 años aceptando las cantidades de radiación medidas desde entonces, fue el mismo Gerald quien realizó nuevas medidas, encontrándose con la sorpresa de que la radiación había disminuido un 22% en la misma zona de estudio, es decir, un 4,7% por década desde 1954 hasta 1994. Paralelamente, Beate Lieperet descubrió el mismo efecto en los Alpes Bávaros.

Nuevos estudios indican que el descenso de la radiación solar no es un hecho puntual sino que es un fenómeno mundial que varía según la latitud, pero con una estimación media del 2-3% por década: Antártida = -9% ,Estados Unidos = -10% , Rusia = -30% , Europa = -16%
Tras la fatídica fecha del 11 de Septiembre de 2001 en el que dos aviones derribaron las torres gemelas en la ciudad de Nueva York, el tráfico aéreo fue suspendido durante unos días por motivos de seguridad. Los análisis rutinarios mostraron el efecto que las estelas poseían sobre la cantidad de radiación que llegaba a la superficie de los Estados Unidos, encontrándose con algo sorprendente. La temperatura es un valor que suele variar a lo largo de los días, pero existe una medida de mucho más baja variación que es la diferencia entre la temperatura máxima y mínima del día, denominada "oscilación térmica". En los días que no hubo vuelos en EE.UU. se constató que esta oscilación térmica era notablemente mayor que lo había sido en los últimos 30 años. Estaba claro que la contaminación producía por las estelas de vapor de agua y partículas contaminantes dejadas por los aviones vienen ejerciendo una importante acción de bloqueo de la luz solar que se dirige a la tierra.

El oscurecimiento global y el efecto invernadero son dos fenómenos con una misma causa pero con efectos contrarios. Mientras que la acumulación de CO2 provoca la acumulación del calor en la atmosfera y su calentamiento, el oscurecimiento, como hemos explicado, produce un enfriamiento. Esta “compensación” de efectos ha llevado a algunos científicos a pensar, de manera errónea, que una posible solución al efecto de calentamiento del planeta seria enviar a la atmosfera partículas que ampliasen (quemar azufre) el efecto espejo de las nubes y se oscureciese la atmosfera. En principio se podría pensar que el remedio daría resultado pero no sería así dado que entonces los efectos del oscurecimiento global se multiplicarían y darían lugar una serie de efectos encadenados en el clima de consecuencias impredecibles. Una de ellas, que ya la hemos comentado, quizá la más importante, es que se restringiría la vida de las plantas, se generaría menos oxigeno y la evaporación del agua terrestre disminuiría notablemente lo que llevaría a una escasez de agua dulce.

Michael Roderich y Graham Farcual, dos biólogos Australianos, estudiaron los datos de evapotranspiración de diferentes países, tales como Rusia, Estados Unidos y el este de Europa, viendo como el valor de la tasa había disminuido una media de 100 milímetros en los últimos 30 años. La pregunta que surge ante estos datos es: ¿Pero, si la temperatura global está aumentando, por qué razón no aumenta la tasa de evaporación? Esto es debido a que el factor más determinante para la evaporación del agua, tanto en sistemas hídricos como en plantas, es la luz solar y en menor medida el viento, la humedad y la temperatura. Los fotones que conforman la luz solar contienen la energía que permitirá a las moléculas de agua su paso del estado líquido al gaseoso. Por lo tanto, llegaron a la conclusión de que la cantidad de radiación solar que llegaba a la superficie terrestre estaba disminuyendo.

Si no tomamos medidas urgentes para reducir los gases contaminantes y no empezamos a usar en serio las energías renovables no contaminantes, así como gases no combustibles como el helio para los automóviles, la Tierra se convertirá a corto plazo en una combinación de zonas desérticas y zonas dominadas por la sabana. Así, por ejemplo, los científicos dicen que dentro de no muchos años el sur de España se convertirá en un desierto donde la vida será totalmente imposible y, el norte adquirirá un clima tropical. Además, el deshielo de los glaciares dará lugar a la subida del nivel del mar, como ya está sucediendo, y muchas zonas costeras desaparecerán: Rías bajas gallegas, Valle del Guadalquivir, Países Bajos, etc. Así que o hacemos algo o nuestra especie tendrá sus días contados

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