lunes, 15 de febrero de 2010

Vivir en el trópico.


Las pasadas semanas viaje a Ecuador para impartir un seminario en la Universidad Técnica Estatal de Quevedo. Nunca había estado en el trópico ecuatoriano, siempre estuve en la zona andina. Esta vez pude comprobar el clima especial que allí impera, temperaturas entre los 22 y los 28 ºC y una humedad relativa en torno al 90%.

Realmente me resulto difícil soportar este clima. Ni con el aire acondicionado conseguí quitarme la sensación de calor. Estábamos en la provincia de Los Ríos, una zona selvática, en lo que lo único que la diferenciaba de la zona Amazónica son las extensas tierras robadas a la selva para plantar banano, palma, maíz, y un sinfín de variedades. Los árboles habían sido sustituidos por estos cultivos.

Pregunte allí por las estaciones del año, quizá una pregunta sin sentido, y lógicamente me respondieron que no las había, allí todo el año prácticamente se mantienen las mismas condiciones climáticas a excepción de la estación que ellos llaman invierno en la cual las lluvias se hacen más abundantes y el calor más insoportable (de diciembre a marzo).

¿Se imaginan una vida sin estaciones del año, sin primavera, verano, otoño e invierno? Pueden imaginarlo, pero para poder tener una idea más exacta les invito a viajar a cualquier país tropical, allí lo comprobaron mejor.

La naturaleza en su conjunto es un mecanismo muy complejo con una serie de sistemas y subsistemas que de manera coordinada dan lugar a una forma de hábitat para los seres vivos y a una forma de vida y relación para los propios seres humanos. Las personas que viven bajo estas condiciones climáticas necesariamente poseen unos biorritmos distintos a los nuestros y ello se manifiesta claramente en infinidad de detalles.

Nosotros que habitamos climas templados y fríos con marcadas estaciones a lo largo del año, tenemos nuestra vida estructurada a imagen y semejanza de la propia naturaleza que nos alberga. Con el otoño, la vida se adormece y nuestro propio organismo acusa esta situación. La primavera nos empuja a una renovación vital en todos los ámbitos de nuestra existencia. Sin lugar a dudas nuestra mente también se comporta de manera distinta ante el paisaje cambiante y la climatología propia de cada estación.

Los seres humanos que habitan la franja tropical no conocen ni sienten los efectos de las estaciones. Para ellos cada día viene a ser igual al anterior. Los ciclos vitales de animales y plantas siguen una organización distinta, siempre desligada o muy poco afectada por los ciclos solares a lo largo del año.

¿Es fácil acomodarse a la vida del trópico? Realmente no es fácil para nosotros que habitamos países templados o fríos. La actividad social de las comunidades humanas del trópico está muy diferenciada de la nuestra. Los modelos de sociedad cambian, las celebraciones festivas, las reuniones sociales, la comparecía o no de las gentes en las calles y plazas, el devenir de los acontecimientos se ve claramente afectado por las condiciones ambientales. Nosotros presenciamos, por ejemplo, la caída de las hojas en otoño, ellos no. Nosotros asistimos a la explosión de vital de la primavera percibiendo con signos inequívocos como tras el periodo de hibernación se vuelvan a activar los mecanismos de la vida y plantas y animales se fecundan y reproducen en una eclosión imposible de dejar de percibir, ellos no.

La presencia del sol en el cielo siempre describiendo el mismo arco, la temperatura y la humedad son factores que afectan nuestro propio cerebro y por ello, naturalmente, nuestro comportamiento. Habitar, por ejemplo, en una zona en la que el sol permanezca oculto por las nubes puede ser un factor de riesgo para elevar el número de depresiones e incluso de suicidios.

El clima incide de manera poderosa en nuestras vidas. Determina desde la ropa que nos ponemos a cómo empleamos nuestro tiempo de ocio, pasando por los alimentos que comemos y las características de las viviendas que habitamos. Pero también es un factor que puede alterar para bien o para mal nuestra salud física y psíquica.

La relación entre clima y salud no es nada nuevo, hace miles de años, Hipócrates y la Biblia ya culpaban a los cambios de estación y los vientos calurosos del origen de algunos problemas físicos y psíquicos. Hoy en día, estas ideas sin una clara base científica, se concentran en una disciplina rigurosa llamada bioclimatología médica, que estudia cómo los cambios de temperatura, presión y humedad, y los fenómenos atmosféricos en general inciden en el hombre y su bienestar.

Mi experiencia personal en tierra del trópico ecuatoriano ha sido muy interesante. He podido comprobar que de darse allá las temperaturas que se dan aquí en verano en torno a los 40ºC la vida para los seres humanos allí sería muy difícil. Entiendo que el factor humedad es muy importante.

Si analizamos, por ejemplo, la gastronomía, descubriremos que la permanente disponibilidad a lo largo del todo el año de los productos de la agricultura permite una mesa cargada de frutas y verduras que en nuestro país es un auténtico lujo que se debe pagar bien para poder disfrutarlo.

Me llamó también la atención el tipo de ropa que usan allá, todo el año prácticamente de verano, ellos no saben lo que es un abrigo, ni lo necesitan. Sus casas en muchos casos no tienen ventanas en los piso superiores pues de no contar con aire acondicionado prefieren que el aire natural les refrigere, aunque este sea cálido y húmedo.

Otra de las conclusiones que he sacado en mi estancia es la de que el cambio climático se deja notar en cualquier parte del planeta. La provincia de Los Ríos en Ecuador junto con la de Esmeraldas y Guayas son de una pluviosidad alta, de las más altas del planeta, sin embargo ahora padecen una pertinaz sequia que está produciendo estragos en la agricultura y la ganadería. Los embalses están muy bajos y por ello se padecen fuertes restricciones eléctricas en el país y especialmente en estas provincias. Los animales mueren de sed en las secas praderas de pasto.
Cuesta mucho trabajo comprender que un país con una biodiversidad tan grande como lo es Ecuador este en alarma climática por razón de la falta de lluvias.

No hay comentarios: