lunes, 15 de febrero de 2010

Hipatia de Alejandría


Me resulta casi una obligación incluir entre los artículos que escribo para esta Ventana de la Ciencia una referencia a Hipatia de Alejandría. Las pantallas de nuestros cines estrenan una película basada en su persona y en el tiempo que vivió allá por el siglo IV después de Cristo en la fabulosa ciudad de Alejandría. Se trata de Ágora del director español Amenábar.

Como era de esperar la película ha despertado una viva polémica por el tratamiento que del personaje hace Amenábar, su director, así como por los supuestos ataques que desde la historia contada en la película se vierten hacia la Iglesia, en la persona del polémico Obispo Cirilo y otros personajes de la época.

Es importante que se deje claro que la documentación histórica que se tiene de esta mujer es muy escasa, por lo que su historia se cuenta a caballo entre la leyenda y la verdad. Pero a pesar de ello, como casi en todas las ocasiones, se aprovecha esta visión, evidentemente subjetiva del director de la película y sus guionistas, para acusarlos de partidistas, anticlericales y poco rigurosos con la verdad (¿qué verdad nos peguntamos?) por parte de un sector de nuestra sociedad con portavoces en la clase política, que tan escasa anda de credibilidad y razón.

En nuestro país, en estos momentos a casi todo se le “saca punta” con tal de crear una polémica y enzarzarse los políticos en sus aburridas y esperpénticas criticas mas allá de lo que debieran criticar y sobre todo solucionar, que son los auténticos problemas del país. Y es así como ahora la derecha ataca a la izquierda diciendo que se ha realizado una película al gusto y amparo del gobierno actual sin dudar en un ataque a la iglesia que no tiene fundamento ni rigor histórico. La cosa tiene gracia, porque si ustedes buscan datos sobre esta legendaria mujer defensora de la ciencia y la libertad encentrarán poco material y sobre todo material avalado por el rigor histórico .

Sean o no ciertas las acusaciones que se vierten en esta historia de Hipatia, contada al amparo de la izquierda española (¿izquierda o lo que sea?), según algunos, lo cierto es que no es mentir si decimos que la Iglesia en su conjunto ha sido a lo largo de la historia un freno para la ciencia. Excepciónes las hay y además muy honrosas, pero lo cierto es que fueron perseguidos y condenados a la hoguera muchos hombres y mujeres por ese brazo represivo e intolerante que fue la Santa Inquisición apoyada por los papas y el colegio cardenalicio, y antes de la Inquisicion otros estamentos como papas, cardenales, obispos y demás clérigos de la Curia Romana. Esto creo que ahora, en el siglo XXI, nadie se lo cuestiona. Sirva de ejemplo la rectificación que el Papa Juan Pablo II hizo pidiendo perdón por el error papal que se cometió con Galileo.

Los fundamentalismos religiosos y la interpretación de tantos y tantos libros sagrados no hacen sino facilitar las cosas para aquellos que, a pesar de lo avanzado de nuestra civilización, quieren mantener por encima del bien y el mal un estado de cuestiones que quedaron en el pasado justificadas por los innumerables y cambiantes escenarios de la historia, pero que ahora es imposible sostener con argumentos razonables.

Legado científico de Hipatia

No entraré por lo tanto en estéticas cinematográficas ni en interpretaciones personalistas de la historia por parte de los unos y los otros, me interesa la vida y la obra de esta mujer en tanto que se considera precursora del papel que las mujeres han desarrollado en la ciencia, si bien han sido en su conjunto injustamente tratadas. Me interesa rescatar la posición de igualdad y competencia de esta mujer en pro del conocimiento y la libertad, nada más.

Aunque todos sus escritos se han perdido, existen numerosas referencias a ellos. Su trabajo más extenso fue en álgebra. Escribió un comentario sobre la Aritmética de Diofanto (considerado como el padre del álgebra) en el que incluía soluciones alternativas y nuevos problemas. También escribió, en ocho libros, un tratado sobre la Geometría de las Cónicas de Apolonio (a quien se deben los epiciclos y deferentes para explicar las órbitas irregulares de los planetas). Colaboró con su padre en la revisión, mejora y edición de los Elementos de la Geometría de Euclides, cuya edición es la que aún se emplea en nuestros días, escribiendo un tratado sobre el mismo.

Escribió un Canon de Astronomía, dedicándose además a realizar la revisión de las Tablas Astronómicas de Claudio Tolomeo, conocidas por su inclusión en el Canon Astronómico de Hesiquio. También cartografió diversos cuerpos celestes, confeccionando un planisferio.

Además de la filosofía, matemáticas y astronomía, se interesó por la mecánica y las tecnologías prácticas. En las Cartas de Sinesio están incluidos sus diseños para varios instrumentos, incluyendo un astrolabio plano, que nos sirve para medir la posición de las estrellas, los planetas y el Sol. También desarrolló un aparato para la destilación del agua, así como un hidroscopio para medir la presencia y el nivel del agua, y un hidrómetro graduado de latón para determinar el peso específico de los líquidos. Por último, se la supone inventora del aerómetro, instrumento que se usa para medir las propiedades físicas del aire u otros gases.

La ciencia necesariamente está en deuda con una mujer como Hipatia que apostó fuertemente por sus ideas y sobre todo luchó contra el oscurantismo y las mentiras. Ciertamente ella fue una mujer privilegiada. En su tiempo, su dedicación al estudio y la difusión de la ciencia era una dedicación casi prohibida para una mujer, en su caso, gozó del apoyo y el empuje de su padre y de la posibilidad de recibir formación de los mejores maestros de su época. Quizá por esto fue tan señalada por la sociedad de su tiempo y despertó envidias y recelos de quienes muy cerca de ella compartían el conocimiento y luchaban por ocupar un puesto relevante en las instituciones científicas y de poder político y religioso.

Creo que lo más razonable es que ustedes mis amigos lectores se ocupen de buscar la información porque si basan sus opiniones en una película su análisis queda bastante sesgado. La película puede ser útil para ambientarnos en la época, para evocar aquel pasado de nuestra civilización pero nada más. Dejen a los políticos y a los religiosos que sigan en su improductiva polémica. La historia salva a sus personajes de las mentiras y los engaños con los datos y cuando no hay datos lo mejor es no inventarlos. Me quedo con la idea de que hubo una mujer valiente e inteligente que decidió encontrarse con la verdad y que lo hizo a través de la ciencia y el conocimiento razonado de la naturaleza. Quede para los obispos y los políticos la estúpida discusión de la fe y de sus consecuencias. Quedémonos con el ser humano exento de tópicos y misticismos.

No hay comentarios: