jueves, 19 de marzo de 2009

Adiós al hielo polar.

Los cambios que se están produciéndose en nuestro planeta debido a la modificación del clima resultan muy evidentes cuando nos acercamos a los polos Norte y Sur y observamos la progresiva fusión de sus masas de hielo.
En primer lugar debemos tener en cuenta que los hielos polares retienen una parte importante de agua dulce de nuestro planeta, agua que quedó atrapada en las sucesivas épocas de glaciación y que después de millones de años, ahora, en apenas un siglo, esta condenada a desaparecer.

El calentamiento que está experimentando el planeta Tierra, consecuencia de la emisión de gases invernadero por la quema de combustibles fósiles, está contribuyendo a la rápida fusión de los hielos polares. Este fenómeno es particularmente evidente en el Ártico, que se está calentando a un ritmo de 0,4 ºC por década, dos veces más rápido que el resto del planeta. Resultados publicados en 2006 han revelado grandes pérdidas de hielo en el planeta: la placa de hielo antártico está perdiendo 152 km3 por año, equivalente a 0,4 milímetros de aumento global anual del nivel del océano, con una pérdida de cerca de 8.000 km2 en la Península Antártica durante los últimos 50 años, coincidente con un calentamiento de cerca de 2 ºC en esta región.

Los hielos polares desempeñan un papel muy importante en lo que se refiere a la refrigeración del plantea, por dos razones fundamentales: el hielo es un maravilloso espejo para la luz que trae energía desde el sol hacia el suelo de la Tierra. Cuanto más hielo hay, tanta más energía se refleja y el planeta se mantiene frío. La segunda razón tiene que ver con la fusión de los hielos. El agua de la fusión arrastra suelo hacia el mar, hace que éste se vuelva más turbio y absorba más energía. En definitiva estamos poniendo una “manta” al planeta en forma de gas carbónico que lo calentará progresivamente.

Las fotografías de Groenlandia son estremecedoras: Cada verano se ve mucho menos hielo que el anterior. Los osos polares no tienen donde apoyarse para cazar, y las focas no encuentran los pescados de agua fría que estaban acostumbradas a pescar.

Un reciente estudio ha vuelto a augurar que en 50 años el Ártico habrá perdido todo su hielo en verano. Una situación que dejará al descubierto una región rica en recursos naturales e intereses económicos.

Las pérdidas de hielo tienen importantes consecuencias climáticas, ya que además de contribuir al aumento del nivel del mar, con el aumento asociado de riesgo de inundaciones y erosión costera, pueden inducir fuertes cambios climáticos al alterar la redistribución de calor por las corrientes oceánicas. Tiene también importantes implicaciones geopolíticas, ya que permiten la explotación de los importantes recursos biológicos y energéticos presentes en el lecho del Ártico, así como nuevas rutas para el tráfico de mercancías entre Europa, Norteamérica y Asia. Pero la pérdida de la superficie de hielo de los océanos polares tiene también importantes impactos sobre los ecosistemas.

La pérdida de hielo incrementa el área expuesta a la radiación ultravioleta, cuyos niveles no están disminuyendo al ritmo esperado tras la aplicación del Protocolo de Montreal. La exposición a la radiación ultravioleta, particularmente intensa en la Península Antártica, reduce en hasta diez veces la biomasa y producción del plancton antártico, pudiendo también contribuir a reducir la supervivencia de larvas de peces y otros organismos. La rápida pérdida de hielo en el Ártico aumentará el impacto de la radiación ultravioleta en ese ecosistema, generando cambios que podrían propagarse en un efecto dominó en la cadena trófica.

¿Qué hay debajo de las masas de hielo polar? Ciertamente bajo esta capa de hielo se conserva un espacio intacto, atrapado en el tiempo, en donde abunda la materia orgánica fosilizada y ricos yacimientos de minerales que están despertando la codicia de las empresas y gobiernos de los países próximos a estas zonas. Ahora estos países se empiezan ha disputar la hegemonía territorial y será preciso de nuevo recurrir a las cartografías y repasar las fronteras para decidir sobre el dominio en estos territorios.

La fauna polar esta siendo gravemente amenazada por este fenómeno de deshielo. Científicos de los Estados Unidos y Canadá han llevado a cabo un censo de osos polares en la bahía de Hudson y han concluido que la temprana fusión del hielo ártico en el verano es la principal causa del declive de la población de osos polares. Los osos, que aprovechan los témpanos de hielo flotantes para la caza de focas y el consecuente aprovisionamiento de grasas, se ven así afectados por un comienzo del verano cada vez más temprano, lo que les impide la caza y les lleva a la hambruna y la muerte de los más débiles –los muy jóvenes y los muy mayores.

La fusión de los polos afectaría a todo el planeta. Estas regiones son las que configuran el clima global «inyectando inmensas masas de agua y aire frío en la circulación de los océanos y la atmósfera», dice Margarita Yela, presidenta del Comité Nacional para el Año Polar Internacional. Los polos son capaces de variar la salinidad y la temperatura del agua marina mediante la formación de hielo en invierno (más sal) y los deshielos en primavera (menos sal), provocando que el mar circule: es la llamada corriente termohalina (de temperatura y sal), de la que depende nuestro clima actual.

En la corriente del Atlántico Norte, por ejemplo, las aguas cálidas tropicales llegan al Ártico y se enfrían. Una parte incluso se congela y devuelve su sal al mar -el hielo es siempre de agua dulce-. Esto hace que el agua que rodea al Ártico aumente su salinidad, por lo que se vuelve más densa y se hunde. Al hundirse, emergen las aguas tropicales hacia la superficie y son movidas hacia el Ártico para volver a mezclarse con las aguas frías, y así sucesivamente.

Sin embargo, la fusión del hielo y la descarga de agua dulce en el mar podrían estancar esa cinta transportadora de corrientes marinas, que contribuye, entre otras cosas, a que el norte de Europa no esté helado y sea mucho más cálido de lo que le correspondería por su latitud.

Como ya hemos dicho, si los casquetes están cubiertos de hielo es porque nunca reciben radiación directa del sol, y por su superficie blanca tienen un gran poder de refractar la luz. Cuanta más luz reflejan (a diferencia de las superficies oscuras, que la absorben), más frío mantienen. Ahora, el deshielo está reduciendo esta capacidad refractaria: los polos, con menos hielo, absorben cada vez más radiación, por lo que aumentan por sí mismos su temperatura. El calentamiento amplifica el calentamiento.

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