Apuntes y reflexiones sobre “teoría de los seis grados de separación” y las “redes sociales” (Parte I)
En uno de mis viajes a Ecuador, concretamente el que hacia en noviembre del año 2006 coincidí en la universidad Ambato con un profesor, también ponente como yo, que era español, de Huelva para mas señas y cuando le dije que yo era de Tomelloso, exclamó, ¡no me digas!, de Tomelloso, ¿de verdad?, allí tengo yo un gran amigo. Omito el nombre del amigo, que además también lo es mío, pero me sorprendió que tuviese que ser allá en tierras del continente americano cuando me encontrase a una persona desconocida que me hablase de un amigo común. Realmente se cumple el dicho de que “este mundo es un pañuelo”, cuando se refiere a lo pequeño que puede resultar a veces nuestro mundo.
No es un simple dicho lo de “el mundo es un pañuelo”, es un asunto muy serio, tratado por los matemáticos, los psicólogos y los sociólogos. Aunque ahora mismo somos aproximadamente 6.398.000.000 personas las que habitamos en nuestro planeta parece ser que no es tan difícil poner en contacto dos personas a través de unos cuantos enlaces realizados con otras personas. En mi caso, el enlace se verificó solamente a través de una persona, el profesor al que encontré en la universidad de Ambato.
Ciertamente les quiero hablar de una teoría matemática que intenta explicar el que una persona está conectada con cualquier otra por una cadena relativamente corta de intermediarios (se dice que seis) que se ha bautizado con el nombre de “Teoría de los seis grados de separación”. Esta fue concebida en los años 50 por Ithel de Soda Pool y Manfred Kochen que reflejaron en un manuscrito matemático titulado “Contacts and Influences” (Contactos e influencias) mientras trabajaban en la universidad de Paris, y que posteriormente el psicólogo Stanley Milgram (Universidad de Harvard) en 1967 trató de demostrar realizando un experimento que fue denominado el “experimento del pequeño mundo” que consistió en relacionar a dos personas que no se conocían y habitaban lugares muy lejanos geográficamente el uno del otro, a través de una cadena de personas que, haciendo uso de conocidos y amigos, pudieran llegar a contactar con la persona buscada.
Los resultados del experimento de Milgram fueron increíbles y se ajustaron a lo que ya se había postulado en relación con la compleja red de relaciones humanas en la que vivimos. En un documento de la revista Araucaria (Universidad de Sevilla ISSN: 1575-6823 de 2003) se publica bajo el titulo de “El problema del mundo pequeño” (The small world problem en su versión original publicado en la popular revista de psicología Psychology Today) un resumen de los resultados de este experimento (pp.15-28) y de él se deduce que realmente el entramado de la “red social” en la que nos hayamos integrados a nivel planetario es ciertamente complejo, pero en cualquier caso su complejidad sirve para acercarnos los unos a los otros más de lo que se podría pensar en una primera aproximación al problema.
En el experimento se preparó una documentación que se entregó a cada una de las personas participantes en la que se explicaba el proceso a seguir. Básicamente se trataba de que la persona debía ponerse en contacto con otra persona que le era totalmente ajena y desconocida. Para establecer este contacto la persona debía contactar con una persona conocida que supuestamente pudiera estar relacionada con la persona objetivo de contacto final, a su vez los encargados del experimento debían recibir un reporte del lugar en donde se establecía un nuevo contacto para poder finalmente averiguar a través de cuantos contactos se había logrado llegar a la persona buscada. Sorprendentemente se comprobó que, de los contactos en los que no se rompió la cadena, la media de contactados para alcanzar el objetivo era de seis personas. Luego se cumplía la teoría planteada por los matemáticos.
De los experimentos de Milgram se derivaron importantes consecuencias que han servido para analizar e interpretar los mecanismos de conexión en las redes sociales y aportar nuevas ideas y soluciones en las complejas topologías de la red que se crean en las sociedades humanas. Para un matemático estudiar este problema resulta fascinante: Se trata de enfrentarse a un asunto muy relacionado con el pensamiento sistémico y la ciencia relacionada con la “dinámica de sistemas” pero aplicado al comportamiento de un grupo de seres humanos. En definitiva, se trata de investigar los grados de conectividad en las redes sociales y aplicar el cálculo probabilística y estadístico a los sus modelos.
A poco que usted lo piense, amigo lector, descubrirá que a lo largo de su vida han sido miles las personas con las que ha hablado o compartido algún tipo de experiencia aunque sólo haya sido un viaje o la consulta del médico. Las conexiones entre las personas resultan ser en la mayoría de los casos muy débiles, por lo que a primera vista puede parecer que las distancias entre ellas se hacen más grandes, pero luego, analizado con detenimiento el problema, resultan ser más cortas.
¿Por qué se ha analizado el problema a la luz de la psicología? Ciertamente el conocimiento y la naturaleza de las “redes sociales” esta supeditado al tipo de relaciones entre las personas, al juego de intereses compartidos, lazos afectivos, laborales, de vecindad, etc. No podría ser de otra manera. En el documento al que me vengo refiriendo Milgram deja muy claro este asunto. A la hora de seleccionar a quien se debía enviar el mensaje de búsqueda en el experimento los agentes en juego lo hacían con motivaciones muy diversas y siempre en el contexto cultural y social de su ambiente. También se pusieron de manifiesto que existen determinados canales en la red social que son más utilizados a la hora de establecer contactos, es el caso de personas o instituciones que gozan en nuestra sociedad de cierta “popularidad”. Esto nos pasa simplemente cuando alguien llega a una ciudad en busca de alguien y se dirige al peluquero, al tendero o al conductor de autobús para preguntarle por la persona que se busca, ellos son canales de información fuertemente conectados en la red.
Dejaré para otro artículo el estudio y la importancia de las “redes sociales” en nuestro actual mundo de las comunicaciones. Trataré de desvelar los secretos de la compleja malla de la que somos parte y volveremos a referirnos a la “teoría de los seis grados de separación” y su aplicación a las relaciones a través de Internet.
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