sábado, 10 de abril de 2010

El diluvio que viene.

Controversia pasada por agua en este invierno de 2009-2010

Me ocupo del tema de las incesantes lluvias en España por razones que parecen obvias a la vista de lo que esta cayéndonos del cielo en este invierno. Creo que todos estamos desconcertados, incluidos a los propios científicos que apenas tienen argumentos para dar explicaciones plausibles a este fenómeno de lluvias generalizadas y persistentes en nuestra península.

A rio revuelto ya se sabe. Poco han tardado los alarmistas en decirnos que esto es una prueba evidente de que el “cambio climático” es una realidad incontestable y por otro lado los que no se lo creen hablan de que lo del cambio climático nada tiene que ver con estas lluvias. Los unos y los otros, y los ciudadanos en medio, nos vemos desbordados y con el agua hasta el cuello, sin dar crédito a este constante desfilar de borrascas que nos entran por el oeste procedentes de las Azores o por el sur procedentes de las Canarias.

Veamos a quién creer, pero nunca nos dejemos llevar por simplistas deducciones ni tampoco por conjeturas mas allá de los demostrable. En primer lugar tenemos que admitir que la pluviosidad en nuestro país, en este invierno, no alcanzaba los valores que ha alcanzado desde hace 50 años, lo cual coloca al invierno actual en una situación anómala. Eso es incuestionable porque el agua está ahí, inundando España.

Bajo el punto de vista de los meteorólogos, y aun a pesar de que existen respuestas al fenómeno encontradas y contradictorias, no se trata de un fenómeno anómalo, simplemente les llama la atención la persistencia en la formación de las borrascas.

¿Cuál es el modelo de formación de las borrascas que atraviesan nuestro país? Evidentemente las borrascas que nos afectan, casi en su totalidad, se forman en el Atlántico. Pero los ciclones solo son activos sobre el mar. Los ciclones se forman porque la superficie del mar tiene mucha energía. El vapor de agua que libera un mar energético se condensa en la atmósfera si las capas altas están relativamente frías. Al liberarse desprende energía que vaporiza más agua que a su vez condensa y así se crea un ciclo de consecuencias desastrosas.

En las Azores, la formación de una cuña anticiclónica promueve la evaporación de grandes masas de agua que son la semilla de las borrascas. Para mover y condensar estas masas cargadas de agua es necesaria la aparición de una corriente de aire frio en las capas altas de la atmosfera, en este caso una corriente de aire polar. Así las cosas las borrascas se ponen movimiento viajando en una serie de pasadizos que se establecen como consecuencia del sentido y la temperatura de los vientos. Estas masas giran en torno a un centro de bajas presiones y evolucionan hasta alcanzar a la costas en donde dejan parte de su energía y pasan de ser ciclones altamente peligros a meras acumulaciones nubosas que con más o menos velocidad atraviesan nuestro territorio descargando su agua.

Lo que parece algo mas anormal es que este modelo de génesis se reproduzca con la misma intensidad y persistencia como lo ha hecho a la altura de las islas Canarias, que esta vez se han convertido también en vivero de borrascas que además han sido las responsables de las intensas lluvias en Andalucía y parte de Extremadura y Castilla La Mancha. En un reciente estudio llevado a cabo por investigadores de la universidad de La Laguna y el Instituto Tecnológico de Canarias, encaminado a analizar el modelo climático de las islas y su evolución en los próximos años se ha medido un incremento de la temperatura del océano en la zona de dos grados centígrados.

Se dice también que el pasado otoño fue demasiado cálido y esto hizo que la temperatura de las aguas del Atlántico subiera inusualmente creándose una situación propicia para un aumento anormal de la evaporación. Pero esto no debería ser suficiente porque en otras latitudes del hemisferio norte este invierno está siendo especialmente frio, tanto que en el Báltico ha habido problemas de hielo que han afectado al tráfico marítimo, esto se confirmaba según los datos que desde 1967 la Universidad de Rutgers registra la nieve que cae en el hemisferio norte durante el invierno (diciembre-febrero), la última década ha sido la que más nieve ha recibido. De la misma manera en EE.UU. se han registrado temperaturas muy bajas y nevadas intensas en los estados más al norte.

Recientemente firmaba L.F. Quintero en el periódico digital “Libertad Digital” un ácido artículo titulado “A ‘Al Gore’ no le obedece el planeta” en el que atacaba las teorías apocalípticas de Al Gore en relación con el Cambio Climático, para lo que argumentaba dando la noticia de que hace unos meses tres científicos que pretendían estudiar este fenómeno se quedaban aislados por el frío camino del Polo Norte, ahora el centro-este de los EEUU ha registrado el mes de julio más frío y húmedo en 115 años.

Termina diciendo Quintero que la conclusión de un grupo de científicos era que las mediciones oficiales distan cada vez más de las catastróficas predicciones climáticas anunciadas por los expertos de la ONU. Además más de 650 expertos, entre los que se cuenta en España el conocido meteorólogo José Maldonado, niegan el origen antropogénico del cambio climático. Es decir, niegan que la responsabilidad de los cambios en el clima sea del ser humano.

Esta claro que los argumentos se multiplican por doquier y cada uno “barre para su lado”, es evidente que la ciencia no tiene respuesta para todo, pero eso no es justificación para maquillar los problemas. Esta claro que los gobiernos de los países avanzados apuestan por las medidas para paliar los efectos de las agresiones al medio y también lo está que las empresas empiezan a ver área de negocio en el campo del medio ambiente. Los mensajes pueden ser contradictorios pero los hechos siempre serán demostrables.

Para terminar debo aclarar una cuestión que me parece fundamental y es que hay algunas personas que piensan que estas lluvias permiten que se carguen los acuíferos y desaparezca el problema de su sobreexplotación y esto no es verdad. Salvo acuíferos de poca capacidad, para que un acuífero como por ejemplo el 23 que es sobre el que pisamos, su recarga necesitaría la entrada de agua por filtración o escorrentía de arroyos y ríos una dilatada época en años en la que se produjesen lluvias como las que ahora tenemos. Hablo de decenios. Los niveles freáticos podrán subir uno o dos metros pero para recuperarse en algunos lugares más de un centenar de metros se necesitan recargas de agua gigantescas.

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