Cada día, cuando leemos el periódico, vemos la televisión o escuchamos la radio, nos llegan gran cantidad de noticias relacionadas con actos violentos contra las personas, los bienes o la misma naturaleza.
¿Podríamos afirmar que el hombre del siglo XXI será más violento que el del siglo XX? A juzgar por la información de que disponemos posiblemente deberíamos responder que si. Sin embargo es preciso matizar las formas de violencia que hoy encontramos en nuestro mundo, sus consecuencias y sus causas. Evidentemente el escenario social del siglo XXI no tiene nada que ver con el de la Edad Media o con el de la Grecia de Aristóteles.
Convengamos pues en que la violencia y sus formas de manifestación cambian con el devenir de los tiempos, si bien es cierto que la mayoría de los expertos están de acuerdo en atribuir al ser humano una cierta herencia genética que le hace proclive a desarrollar comportamientos violentos o agresivos. Esto no es ninguna rareza, en la propia naturaleza, especialmente los mamíferos desarrollan en sus relaciones comportamientos violentos.
La siguiente pregunta que nos debemos formular, en este análisis de la violencia humana esta referida a las causas responsables de estos comportamientos. Aquí ya no existe acuerdo entre los psiquiatras y los investigadores, unos hablan de los condicionamientos propios del desarrollo del ser humano, de los posibles episodios violentos a los que se puede enfrentar un ser humano en su infancia; hechos que parece ser condicionan de manera traumática la propia fisiología cerebral, y otros hablan del propio ambiente social que viven el individuo.
¿La mente de un asesino o un psicópata actúa de acuerdo a la enfermedad o de acuerdo al ambiente social? Seguramente ambas causas se complementan y lo acertado sería hablar de un fenómeno multifactorial.
Un niño que se educa en un ambiente en donde existen malos tratos por parte de sus progenitores entre ellos o hacia el mismo, ¿es un futuro maltratador? ¿Cuanto hay de disfunción puramente biológica en el cerebro de un maltratador y cuanto de influencia social?
Estudios realizados por el neurólogo doctor Jhonatan Pincus y otros especialistas han puesto en evidencia que el maltrato repetido en la infancia deja huella en el cerebro. Las personas extremadamente violentas, continúa afirmando el mencionado especialista, han sufrido la interacción de tres factores principales: la experiencia de haber sido torturados sexual o físicamente en la infancia reiteradamente durante años, el daño cerebral y la enfermedad mental.
Al parecer hay una conexión entre los malos tratos en la infancia y la formación del cerebelo. Queda pues bastante claro que la salud mental y el ambiente en el que se desenvuelvan los primeros años de vida de un ser humano son vitales.
¿Los psicópatas pasan por ser normales?
Un psicópata es un individuo que guarda perfectamente la apariencia de normalidad, dado que no es consciente de la gravedad de sus actos y por lo tanto su mente enferma los encaja en un contexto de “normalidad”. Es muy importante tener en cuenta esta cuestión cuando analizamos los comportamientos violentos. No debemos olvidar que en la escalad de valores éticos y/o morales de un psicópata no existen valores como la compasión o el remordimiento. El psicópata vive en un universo totalmente distinto a los demás seres humanos que no lo son. Para la mente de un psicópata no existen umbrales de sensibilidad emocional o están desequilibrados.
Se tiene la idea de que todos los enfermos mentales son violentos y en este sentido los especialistas nos advierten que no es así. Los episodios de cólera o enajenación mental no siempre tienen detrás un cuadro clínico de enfermedad. El estrés, los medios de comunicación, las relaciones laborales, la publicidad y otros factores en muchas ocasiones son el caldo de cultivo para que surjan estallidos de violencia.
La continuada exposición ante imágenes violentas o noticias negativas predisponen a los seres humanos a sufrir episodios de violencia o sencillamente a modificar sus conductas ante estos actos violentos. Si nos explican como matar, como hacer daño, como violentar y además nos muestran estos hechos en nuestro propio contexto social es fácil que los niveles de rechazo a la violencia disminuyan.
Dicen los especialistas, refiriéndose a los psicópatas, que su personalidad queda consolidada en los primeros años de vida de manera indeleble. La mente del psicópata se consolida en su infancia y prácticamente es imposible cambiarla. El psicópata va por la calle mostrando una apariencia normal, usted no verá síntomas en su persona que le alerten del peligro que corre a su lado. Esta es la gran dificultad con la que se encuentran psiquiatras y jueces para tratar a estos individuos.
La violencia en muchas ocasiones es una respuesta a una situación de acoso y/o marginación y desprecio. El racismo, la religión, las ideas políticas, el poder, son la causa de brotes de violencia colectivos y de actitudes sostenidas de rechazo de unos individuos frente a otros. Es sumamente peligroso establecer categorías, grupos marginales o de elite, hacer distinciones entre hombres maltratadores y mujeres maltratadas, porque con ellos se fomentan comportamientos gregarios, afinidades en razón de sexo, raza o categoría que derivan en situaciones de violencia. ¿Porque ese empeño de marcar grupos, porque heterosexuales y homosexuales, porque feministas y machistas, separatistas y nacionalistas, porque ricos y pobres, porque explotadores y explotados? Mientas que construyamos barreras y clasifiquemos, mientras que marquemos territorios o practiquemos religiones basadas en la intolerancia y el fundamentalismo estaremos atizando el fuego de la violencia social.
domingo, 8 de abril de 2007
Violencia: deficiencia cerebral o ambiente social.
Etiquetas:
Ciencia y sociedad,
Psicología y psiquiatría
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