A finales de marzo de este año saltaba la alarma ante la misteriosa desaparición de abejas que habían dejado el 25% de los enjambres en 24 estados de EE.UU. A la noticia se han sumado las numerosas denuncias a las autoridades de países europeos como Polonia, Grecia, Italia, España, Portugal y Reino Unido por parte de los apicultores anunciando el mismo problema. ¿Qué esta pasando con las abejas?
El fenómeno de la desaparición de las abejas ya ha sido calificado por los científicos como CCD (Colony Collapse Disorder) y consiste en el despoblamiento masivo de las colmenas por parte de estos insectos. Las abejas abandonan sus enjambres para buscar su alimento y después de alejarse de su casa no saben o no pueden regresar a ella.
¿Porqué no regresan las abejas a sus colmenas? Hasta ahora no se tiene una teoría suficientemente sólida de las causas, si bien es conocido el hecho de que determinados insecticidas y pesticidas que se aplican en árboles y plantas son altamente tóxicos para ellas. En algunos casos la afección se centra en su sistema neurológico lo cual hace pensar que su mecanismo de la orientación se ve afectado.
¿Cómo se orientan las abejas? Sabemos que estos animales al igual que otros disponen de un mecanismo extremadamente sensible y complejo mediante el cual son capaces de percibir el sentido del campo magnético terrestre y con ello son capaces de orientarse. Podríamos decir para entendernos que poseen una especie de brújulas en su cabeza con las que son capaces de seguir casi a la perfección una ruta de regreso a su lugar de residencia.
Este mecanismo biológico de orientación de las abejas puede verse perturbado también por la cada vez mayor contaminación electromagnética debida a los campos que se generan en las antenas de los repetidores de sistemas de telefonía móvil y a las propias emisiones de señales radioeléctricas de las numerosas emisoras de radio y televisión. Es por esto por lo que científicos alemanes investigan esta pista y han centrado sus sospechas en el efecto de la telefonía móvil a escala mundial, sobre estos insectos.
También se habla del efecto del cambio climático sobre el ciclo vital de estos insectos, cuestionándose la influencia de la pertinaz sequía que asola a EE.UU. con el fenómeno de la desaparición masiva de las abejas. Podría ser que al no llover los pesticidas que se aplican a los vegetales permanezcan sobre sus ramas y hojas al no existir el lavado natural que producen las lluvias y lleguen con más facilidad al organismo e las abejas.
Los efectos de la desaparición de las abejas.
Preocupa seriamente la desaparición de las abejas dado que como todos sabemos es un animal que cumple una función vital en la naturaleza: la polinización de árboles y plantas.
Para que se haga una idea el lector se calcula que solo en EE.UU. las abejas polinizan cultivos cuyo valor oscila entre 12.000 y 14.000 millones de dólares según un estudio de la universidad de Cornell. Si se evalúa una desaparición de un 25% de los enjambres ustedes mismos pueden valorar las perdidas que se esperan en el sector.
En Galicia, según recoge el periódico La Voz de Galicia, en un articulo publicado el día 30/3/2007 titulado “Las colmenas gallegas se vacían” , los apicultores se muestran muy preocupados y denuncian el uso masivo e incontrolado de pesticidas en las explotaciones agrícolas de maíz, soja y trigo así como otros productos de horticultura y fruticultura, se denuncian caso de desaparición de el 100% de colmenares gallegos. En Giutiriz, por ejemplo, murieron las colmenas cercanas a campos laboreado, pero no las instaladas en el monte, lo cual demuestra el efecto nocivo de los productos utilizados en las explotaciones agrícolas.
Los venenos que están matando a las abejas tienen nombres y se expiden bajo marcas comerciales a la luz y con el consentimiento de las autoridades que en unos caso por dejación de funciones de control y en otros por injustificado desconocimiento están provocando parte de la mortandad de insecto, aves y mamíferos de nuestro campo. Hablamos de principios activos como el Imidacloprid o Fipronil. En el mercado existen como 70.000 productos químicos diferentes, algunos quedan obsoletos o son prohibidos en algunos países, pero siguen utilizándose en otros menos desarrollados y/o con legislaciones más permisivas y autoridades sanitarias mas irresponsables.
La mortandad masiva de estos insectos presagia sin lugar a dudas graves problemas para nuestros campos y bosques. No me cabe la menor duda de que este es uno mas de los numerosos casos de desaparición de especies que los científicos vienen anunciando como consecuencia directa o indirecta del cambio climático y en general de la indiscriminada y violenta agresión que el ser humano esta ejerciendo en le medio ambiente. Cuando se nos habla de la biodiversidad amenazada, se nos esta hablando justamente de este problema: la desaparición de las especies.
La solución según los apicultores gallegos, según se dice en el mencionado periódico “La voz de Galicia” pasaría por un golpe de alta política que promueva una agricultura respetuosa con el medio, y la prohibición de estos insecticidas neurotóxicos.
Serie una imperdonable torpeza por parte del que lo pensase el decir que podemos prescindir de las abejas y que para polinizar se pueden utilizar medios artificiales como proyectar una lluvia e polen sobre los bosques. Seguramente que solución al problema existe, pero en ningún caso pasa por dejar de contar con la valiosa colaboración de los animales en la gestión de la biosfera. Cuando se quita una carta de un castillo de naipes todos ellos terminan cayéndose. Exactamente eso el lo que pasará si no se dan soluciones a estos fenómenos de desaparición masiva de especies.
Sin renunciar a la tecnología, pero siempre practicando políticas de sostenibilidad medioambiental, será la forma de poder avanzar en nuestra civilización. El cambio climático ya esta aquí, ya no es una hipótesis en la mente de científicos antiprogreso o de ecologistas románticos.
¿Cuántos signos debemos esperar más a parte de los que ya tenemos para convencernos de que estamos destruyendo nuestro planeta? ¿Acaso la desaparición de las humildes y trabajadoras abejas será el ultimo? Sean felices
domingo, 22 de abril de 2007
domingo, 8 de abril de 2007
Violencia: deficiencia cerebral o ambiente social.
Cada día, cuando leemos el periódico, vemos la televisión o escuchamos la radio, nos llegan gran cantidad de noticias relacionadas con actos violentos contra las personas, los bienes o la misma naturaleza.
¿Podríamos afirmar que el hombre del siglo XXI será más violento que el del siglo XX? A juzgar por la información de que disponemos posiblemente deberíamos responder que si. Sin embargo es preciso matizar las formas de violencia que hoy encontramos en nuestro mundo, sus consecuencias y sus causas. Evidentemente el escenario social del siglo XXI no tiene nada que ver con el de la Edad Media o con el de la Grecia de Aristóteles.
Convengamos pues en que la violencia y sus formas de manifestación cambian con el devenir de los tiempos, si bien es cierto que la mayoría de los expertos están de acuerdo en atribuir al ser humano una cierta herencia genética que le hace proclive a desarrollar comportamientos violentos o agresivos. Esto no es ninguna rareza, en la propia naturaleza, especialmente los mamíferos desarrollan en sus relaciones comportamientos violentos.
La siguiente pregunta que nos debemos formular, en este análisis de la violencia humana esta referida a las causas responsables de estos comportamientos. Aquí ya no existe acuerdo entre los psiquiatras y los investigadores, unos hablan de los condicionamientos propios del desarrollo del ser humano, de los posibles episodios violentos a los que se puede enfrentar un ser humano en su infancia; hechos que parece ser condicionan de manera traumática la propia fisiología cerebral, y otros hablan del propio ambiente social que viven el individuo.
¿La mente de un asesino o un psicópata actúa de acuerdo a la enfermedad o de acuerdo al ambiente social? Seguramente ambas causas se complementan y lo acertado sería hablar de un fenómeno multifactorial.
Un niño que se educa en un ambiente en donde existen malos tratos por parte de sus progenitores entre ellos o hacia el mismo, ¿es un futuro maltratador? ¿Cuanto hay de disfunción puramente biológica en el cerebro de un maltratador y cuanto de influencia social?
Estudios realizados por el neurólogo doctor Jhonatan Pincus y otros especialistas han puesto en evidencia que el maltrato repetido en la infancia deja huella en el cerebro. Las personas extremadamente violentas, continúa afirmando el mencionado especialista, han sufrido la interacción de tres factores principales: la experiencia de haber sido torturados sexual o físicamente en la infancia reiteradamente durante años, el daño cerebral y la enfermedad mental.
Al parecer hay una conexión entre los malos tratos en la infancia y la formación del cerebelo. Queda pues bastante claro que la salud mental y el ambiente en el que se desenvuelvan los primeros años de vida de un ser humano son vitales.
¿Los psicópatas pasan por ser normales?
Un psicópata es un individuo que guarda perfectamente la apariencia de normalidad, dado que no es consciente de la gravedad de sus actos y por lo tanto su mente enferma los encaja en un contexto de “normalidad”. Es muy importante tener en cuenta esta cuestión cuando analizamos los comportamientos violentos. No debemos olvidar que en la escalad de valores éticos y/o morales de un psicópata no existen valores como la compasión o el remordimiento. El psicópata vive en un universo totalmente distinto a los demás seres humanos que no lo son. Para la mente de un psicópata no existen umbrales de sensibilidad emocional o están desequilibrados.
Se tiene la idea de que todos los enfermos mentales son violentos y en este sentido los especialistas nos advierten que no es así. Los episodios de cólera o enajenación mental no siempre tienen detrás un cuadro clínico de enfermedad. El estrés, los medios de comunicación, las relaciones laborales, la publicidad y otros factores en muchas ocasiones son el caldo de cultivo para que surjan estallidos de violencia.
La continuada exposición ante imágenes violentas o noticias negativas predisponen a los seres humanos a sufrir episodios de violencia o sencillamente a modificar sus conductas ante estos actos violentos. Si nos explican como matar, como hacer daño, como violentar y además nos muestran estos hechos en nuestro propio contexto social es fácil que los niveles de rechazo a la violencia disminuyan.
Dicen los especialistas, refiriéndose a los psicópatas, que su personalidad queda consolidada en los primeros años de vida de manera indeleble. La mente del psicópata se consolida en su infancia y prácticamente es imposible cambiarla. El psicópata va por la calle mostrando una apariencia normal, usted no verá síntomas en su persona que le alerten del peligro que corre a su lado. Esta es la gran dificultad con la que se encuentran psiquiatras y jueces para tratar a estos individuos.
La violencia en muchas ocasiones es una respuesta a una situación de acoso y/o marginación y desprecio. El racismo, la religión, las ideas políticas, el poder, son la causa de brotes de violencia colectivos y de actitudes sostenidas de rechazo de unos individuos frente a otros. Es sumamente peligroso establecer categorías, grupos marginales o de elite, hacer distinciones entre hombres maltratadores y mujeres maltratadas, porque con ellos se fomentan comportamientos gregarios, afinidades en razón de sexo, raza o categoría que derivan en situaciones de violencia. ¿Porque ese empeño de marcar grupos, porque heterosexuales y homosexuales, porque feministas y machistas, separatistas y nacionalistas, porque ricos y pobres, porque explotadores y explotados? Mientas que construyamos barreras y clasifiquemos, mientras que marquemos territorios o practiquemos religiones basadas en la intolerancia y el fundamentalismo estaremos atizando el fuego de la violencia social.
¿Podríamos afirmar que el hombre del siglo XXI será más violento que el del siglo XX? A juzgar por la información de que disponemos posiblemente deberíamos responder que si. Sin embargo es preciso matizar las formas de violencia que hoy encontramos en nuestro mundo, sus consecuencias y sus causas. Evidentemente el escenario social del siglo XXI no tiene nada que ver con el de la Edad Media o con el de la Grecia de Aristóteles.
Convengamos pues en que la violencia y sus formas de manifestación cambian con el devenir de los tiempos, si bien es cierto que la mayoría de los expertos están de acuerdo en atribuir al ser humano una cierta herencia genética que le hace proclive a desarrollar comportamientos violentos o agresivos. Esto no es ninguna rareza, en la propia naturaleza, especialmente los mamíferos desarrollan en sus relaciones comportamientos violentos.
La siguiente pregunta que nos debemos formular, en este análisis de la violencia humana esta referida a las causas responsables de estos comportamientos. Aquí ya no existe acuerdo entre los psiquiatras y los investigadores, unos hablan de los condicionamientos propios del desarrollo del ser humano, de los posibles episodios violentos a los que se puede enfrentar un ser humano en su infancia; hechos que parece ser condicionan de manera traumática la propia fisiología cerebral, y otros hablan del propio ambiente social que viven el individuo.
¿La mente de un asesino o un psicópata actúa de acuerdo a la enfermedad o de acuerdo al ambiente social? Seguramente ambas causas se complementan y lo acertado sería hablar de un fenómeno multifactorial.
Un niño que se educa en un ambiente en donde existen malos tratos por parte de sus progenitores entre ellos o hacia el mismo, ¿es un futuro maltratador? ¿Cuanto hay de disfunción puramente biológica en el cerebro de un maltratador y cuanto de influencia social?
Estudios realizados por el neurólogo doctor Jhonatan Pincus y otros especialistas han puesto en evidencia que el maltrato repetido en la infancia deja huella en el cerebro. Las personas extremadamente violentas, continúa afirmando el mencionado especialista, han sufrido la interacción de tres factores principales: la experiencia de haber sido torturados sexual o físicamente en la infancia reiteradamente durante años, el daño cerebral y la enfermedad mental.
Al parecer hay una conexión entre los malos tratos en la infancia y la formación del cerebelo. Queda pues bastante claro que la salud mental y el ambiente en el que se desenvuelvan los primeros años de vida de un ser humano son vitales.
¿Los psicópatas pasan por ser normales?
Un psicópata es un individuo que guarda perfectamente la apariencia de normalidad, dado que no es consciente de la gravedad de sus actos y por lo tanto su mente enferma los encaja en un contexto de “normalidad”. Es muy importante tener en cuenta esta cuestión cuando analizamos los comportamientos violentos. No debemos olvidar que en la escalad de valores éticos y/o morales de un psicópata no existen valores como la compasión o el remordimiento. El psicópata vive en un universo totalmente distinto a los demás seres humanos que no lo son. Para la mente de un psicópata no existen umbrales de sensibilidad emocional o están desequilibrados.
Se tiene la idea de que todos los enfermos mentales son violentos y en este sentido los especialistas nos advierten que no es así. Los episodios de cólera o enajenación mental no siempre tienen detrás un cuadro clínico de enfermedad. El estrés, los medios de comunicación, las relaciones laborales, la publicidad y otros factores en muchas ocasiones son el caldo de cultivo para que surjan estallidos de violencia.
La continuada exposición ante imágenes violentas o noticias negativas predisponen a los seres humanos a sufrir episodios de violencia o sencillamente a modificar sus conductas ante estos actos violentos. Si nos explican como matar, como hacer daño, como violentar y además nos muestran estos hechos en nuestro propio contexto social es fácil que los niveles de rechazo a la violencia disminuyan.
Dicen los especialistas, refiriéndose a los psicópatas, que su personalidad queda consolidada en los primeros años de vida de manera indeleble. La mente del psicópata se consolida en su infancia y prácticamente es imposible cambiarla. El psicópata va por la calle mostrando una apariencia normal, usted no verá síntomas en su persona que le alerten del peligro que corre a su lado. Esta es la gran dificultad con la que se encuentran psiquiatras y jueces para tratar a estos individuos.
La violencia en muchas ocasiones es una respuesta a una situación de acoso y/o marginación y desprecio. El racismo, la religión, las ideas políticas, el poder, son la causa de brotes de violencia colectivos y de actitudes sostenidas de rechazo de unos individuos frente a otros. Es sumamente peligroso establecer categorías, grupos marginales o de elite, hacer distinciones entre hombres maltratadores y mujeres maltratadas, porque con ellos se fomentan comportamientos gregarios, afinidades en razón de sexo, raza o categoría que derivan en situaciones de violencia. ¿Porque ese empeño de marcar grupos, porque heterosexuales y homosexuales, porque feministas y machistas, separatistas y nacionalistas, porque ricos y pobres, porque explotadores y explotados? Mientas que construyamos barreras y clasifiquemos, mientras que marquemos territorios o practiquemos religiones basadas en la intolerancia y el fundamentalismo estaremos atizando el fuego de la violencia social.
Etiquetas:
Ciencia y sociedad,
Psicología y psiquiatría
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