El día 1 de febrero los ciudadanos de todo el mundo estaban convocados a sumarse al gesto que propuso la plataforma ecologista francesa “La Alianza por el Planeta” en relación con el cambio climático y sus consecuencias consistente en apagar los aparatos eléctricos de nuestros hogares y centros públicos. Fueron 5 minutos en los que millones de hogares se quedaron a oscuras para llamar la atención de los políticos y gobiernos del planeta en relación con los abusos e incumplimientos derivados de las políticas energéticas y medioambientales de los países industrializados.
La convocatoria coincidió en el tiempo con la presentación del informe del llamado Grupo de Trabajo I (WG1) del Grupo Internacional de Cambio Climático de la ONU (IPCC, en sus siglas en inglés), y que han estado elaborando durante los últimos seis años más de 3.000 científicos de todo el mundo. Dicho informe fue presentado al día siguiente del apagón, día 2 de febrero, en la sede de la UNESCO.
En relación con estos hechos, en mi opinión puramente mediáticos y poco efectivos, viene a cuento hablar de la situación del cambio climático y de sus consecuencias. Ya no se trata, a la luz del informe, de hablar de hechos previsibles, esta vez se trata de hablar de hechos constatados. Por lo tanto las acciones que haya que emprender a partir de ahora no solo consistirán en apagar la luz durante 5 minutos, sino que la acción debe ir mucho más allá. Es la hora de sacudir los sillones de los jerarcas de las empresas y de la política mundial con el fin de no de pedir o sugerir acciones y/o actitudes, ahora, mis queridos conciudadanos se trata de exigir que se ponga freno a esta situación. La cosa cambia bastante.
El apagón del 1 de febrero supuso una disminución de un 2,5 % de la demanda de energía eléctrica en nuestro país, unos 11.000 MW dejaron de consumirse durante esos 5 minutos, que por otra parte debemos decir se perdieron, es decir no se ahorraron, puesto que cualquier electricista con pocos estudios sabe que la potencia eléctrica en la red no se puede quitar y poner a gusto y capricho del usuario en 5 minutos. Lo único que si existió fue una “punta” y un “valle” en la curva de demanda, por cierto poco significativa.
Piense mi amigo lector que esas puntas y valles en la demanda de energía se producen a diario en todos los países electrificados. En nuestro país, por ejemplo, cuando se juega un partido de fútbol y se tiene que desempatar a penaltis, en ese caso los aparatos de televisión y los radiadores eléctricos prolongan durante esos minutos una demanda de carga que no se contaba con ella si bien es preciso dejar claro que el Centro Nacional Repartidor de Cargas que coordina Red Eléctrica si lo tiene previsto en sus gráficos de carga diarios.
Resulta bastante paradójico y casi de risa el hecho de que desde el propio Ministerio de Industria y Energía se hable de que todo esta previsto para que no suceda nada y que además el gobierno se suma al gesto de los convocantes y aplaude la medida, mientras que el gobierno del país no da cuenta exacta y puntual de cual es el grado de cumplimiento de los acuerdos internacionales en materia de emisiones y cuales son las medidas que esta tomando para paliar los efectos del cambio climático en nuestro país.
Me pregunto si el señor Bush en su “despacho oval” de la “casa blanca” apagó también la luz, cerró los ojos y reflexionó sobre su responsabilidad en lo que esta pasando. No se si en el despacho del gerente de la traída y llevada empresa multinacional de la energía alemana EON, dueña de la mayoría de las infraestructuras energéticas de Europa también se apagaron las luces y su presidente meditó con su consejo de administración en las consecuencias del cambio climático.
No seré yo el que se oponga a que existan gestos mediáticos y panfletos de los grupos ecologistas, ceo que es bueno sumar y siempre estaré en el lado en este caso de los perdedores, es decir de las víctimas de los atropellos económicos y ecológicos que se están produciendo en el terreno de la energía. Pero quiero denunciar, desde esta modesta tribuna, la indolencia de los gobiernos y la política neocapitalista y feroz de las multinacionales de la energía a las que les importa “una mierda” (perdón por la expresión) el cambio climático.
Yo ese día 1 apague los ordenadores del laboratorio en donde estaba dando clase y me salí al pasillo en la segunda planta de la Facultad de Informática de Ciudad Real y hablé con mis alumnos de la gravedad del asunto, porque en ese momento debía hacer el papel de buena pedagogía con estos jóvenes de hoy, pero fui consciente del poco valor de mi gesto, sabiendo que esta lucha es desigual.
El informe que el comité de científicos presento el día 2 de febrero en la sede de la UNESCO es uno más de los miles de informes que hay en los despachos de los gobernantes del plantea. Como todos los informes denuncian lo que ustedes y yo vemos y sufrimos en nuestra carne y en nuestra vida, como todos los informes plantea horizontes a las acciones, habla de tasas de incrementos, de incumplimientos, de desastres, habla de lo que usted ve todos los días en la televisión, habla de lo que ellos no quieren ver ni oír desde sus tronos de oro.
El mar se nos hecha encima, las lluvias y los huracanes destruirán nuestras viviendas y nuestras vidas, el calor será asfixiante, las montañas dejaran de tener sus cumbres llenas de nieve y de hielo, los animales y las plantas verán seriamente amenazo su ciclo vital. Esa película ya la tienen vista los responsables de esta situación, los criminales que se sientan en las cumbres climáticas y se niegan a firmar los acuerdos presionados por las multinacionales que les mantienen en el poder. Mientras nosotros apagaremos la luz cinco minutos y diremos que esto no puede seguir así. Saldremos al campo e intentaremos evocar otros tiempos en los que había ríos de aguas limpias, inviernos fríos y veranos calurosos, y las flores abrían sus pétalos invariablemente en la misma época del año, y los osos dormían su larga siesta invernal, no como ahora que deambulan despistados buscando la nieve y el invierno que otros les arrebataron en su ciclo vital.
¿Hasta cuando vamos a seguir así? Buena pregunta es esta. Seguiremos así mientras que no pasemos a la acción, mientras que nuestra pereza no nos abandone y salgamos a la calle a exigir, no a pedir, que se ponga fin a esta infernal carrera para destruir nuestro planeta. Bien están los gestos mediáticos, pero no bastan, hay que militar activamente en la defensa de la vida de nuestro planeta.
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