Seguramente alguna vez, apreciado lector, has paseado por la playa y mientras las olas mojaban tus pies, quizá dejabas libre la imaginación y pensabas en lo que había más allá del horizonte, en los misterios que guardan esas gigantescas masas de agua que cubren mas del 70% de la superficie de nuestro planeta.
Amigo lector, te voy a hablar del océano, y, si me acompañas, nos sumergiremos en él y te contaré algunas de las maravillas que allí existen. Para empezar diremos que la capa de agua fundamentalmente salada que cubre la superficie de nuestro planeta tiene una profundidad media de unos 4000 metros si bien sabemos que existen profundas simas en el océano que alcanzan más de 10000 metros.
En este viaje que hacemos lo primero que debemos hacer es proveernos de potentes focos de luz pues tenemos que pensar que los rayos de luz del sol solo llegan a una profundidad de entre 150 y 200 metros. A partir de esta cota de profundidad nuestro mundo submarino es totalmente oscuro. Figúrense que nos quedan casi cuatro kilómetros de viaje para tocar fondo. En este espacio se desarrolla una actividad biológica y físico-química increíble y, por cierto, muy desconocida para la ciencia.
Para nuestro paseo oceánico debimos proveernos de un buen traje que nos permita desplazarnos en un ambiente en el que las presiones son muy elevadas. No olvidemos que a gran profundidad la presión se hace muy elevada e imposible de soportar por nuestro cuerpo que literalmente se vería aplastado por los más 350 kg. por centímetro cuadrado que deberíamos soportar. Esta enorme presión nos impide, al mismo tiempo, desplazarnos con soltura, por lo que nuestro paseo será lento y dificultoso.
¿Viven seres allá abajo? Naturalmente que si. Se calcula que las especies que habitan a partir de los 400 o 500 metros pueden llegar a ser de centenares de millones, de las cuales apenas llegamos a conocer un 0,01 %. Es increíble la diversidad biológica que están descubriendo los oceanógrafos en las recientes investigaciones que se llevan a cabo. Sin embargo estas especies, que raramente se acercan ala superficie, por el mismo motivo que nosotros no lo hacemos a las profundidades, debido a la inadaptabilidad de nuestros cuerpos, posiblemente surgen y se extinguen sin haber sido vistas jamás por el hombre.
Los animales que veríamos a la luz de nuestros reflectores marinos nos dejarían maravillados, sus formas adaptadas al medio, capaces de soportar las altas presiones de allá abajo, su absoluta carencia de ojos por no ser necesarios, su sistema de orientación, todo ello forma parte de un mundo desconocido y apasionante para la ciencia.
Un ejemplo de animal habitante de las profundidades marinas es el calamar gigante, el mayor de los seres vivos invertebrados conocidos. Fuente de inspiración de novelistas y viejos marinos que cuentan sus increíbles historias de abordaje de buques balleneros en tiempos pasados. Este animal, que jamás se ha filmado vivo habita entre los 400 y los 1000 metros de profundidad y si alguna vez se vio varado en una playa se pudo comprobar su extraña formación anatómica, adaptada a las profundidades.
¿Qué decir de las aguas? El agua en el océano es el elemento fundamental que representa el motor tanto de la vida como de los cambios orogénicos y de las condiciones físico químicas de este medio. Sabemos que el agua, al igual que el aire, posee una densidad que depende entre otras cosas de su temperatura. De este modo podemos afirmar que en nuestro viaje a las profundidades marinas nos encontraremos con dos tipos de corrientes de agua: una ascendente, más cálida, y otra descendente de agua más fría. Este motor que constituye el movimiento de las masas de agua es el principal promotor de la dinámica marina y afecta de manera fundamental tanto al ecosistema abisal como a las formaciones geológicas marinas y a la distribución de los compuestos minerales del fondo. No olvidemos que las aguas realizan el transporte de los materiales que los ríos llevan al mar, distribuyéndolo en el fondo, así como los materiales que emergen del fondo y que son muy útiles para alimentar el plancton y a otros seres marinos que viven más en la superficie.
No se si ustedes saben que una vez llegados al fondo del océano a pesar de poder poner pie en tierra firme, allí, debajo de nuestros pies, según nos dice el profesor Peter A. Rona se despliegan otros grandes acumulaciones de aguas subterráneas que se filtran a través de las rocas del fondo. Allá en ese “océano bajo el océano” que postula como teoría el profesor Rona, las condiciones físicas y químicas provocan una serie de fenómenos de vital importancia. Uno de estos fenómenos es la creación de fumarolas que proyectan agua hacia arriba a través de una especie de chimeneas volcánicas a elevadas temperaturas, a las que se ha llegado debido al calor de las rocas del subsuelo marino.
En el año 1977, una expedición oceanográfica descubrió en la región cercana a la plataforma de las islas Galápago la existencia de regiones muy profundas en las que la actividad volcánica producía ecosistemas que hasta entonces eran imposibles de concebir. En las zonas de nacimiento de nuevos suelos oceánicos se encontraron chimeneas que correspondían a fuentes volcánicas en las que se emite agua sobrecalentada mezclada con metales y otros elementos, con abundancia de sulfuros. Temperaturas de cientos grados y aguas sulfurosas parecen incompatibles con los seres vivos. Sin embargo, en torno a estas chimeneas se desarrolla una vida basada en bacterias capaces de obtener su energía a partir de las sustancias químicas, supliendo la ausencia completa de luz solar, y siendo la base de toda una cadena trófica que ha sido estudiada como uno de los ejemplos de la ubicuidad y adaptación de la vida en la Tierra. Aunque al principio se pensaba que en estas chimeneas hidrotermales del fondo oceánico podrían haberse generado los primeros seres vivos de nuestro planeta, parece más probable que haya sido al revés: la vida ha conseguido adaptarse a esos ambientes extremos.
El océano esta amenazado
Este desconocido mundo por el que te estoy paseando, amigo lector, esta seriamente amenazado. En 2005, los investigadores del Scripps Institution of Oceanography y del Lawrence Livermore National Laboratory encontraron evidencia clara de que el océano está calentándose rápidamente. Descubrieron que hasta media milla desde la cima el océano se ha calentado dramáticamente en los últimos cuarenta años como resultado de la inducción de los gases del invernadero humano.
La acidez en aumento de los niveles crecientes de CO2 está cambiando el equilibrio del PH del océano. Los estudios indican que las conchas y esqueletos de moluscos y plancton que contribuyeron a construir todo el arrecife de coral se disolverían en 48 horas de exposición a la acidez esperada del océano para 2050. Los arrecifes de coral ciertamente casi desaparecerán y, lo aún más aprensivo, tal legado afectará al plancton. El phyto plancton absorbe los gases del invernáculo, fabrica oxígeno y es el productor primario del tejido de la red de alimentos del mar.
Este hábitat que vive y se desarrolla a espaldas del sol y de la atmósfera, que significa la mayor parte del mundo habitado por la vida no es insensible a las amenazas del hombre, que desde la superficie, ignorando las maravillas allá bajo escondidas, da la espalda a la realidad.
1 comentario:
Excelente artículo, muchas gracias por compartir tus conocimientos
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