Hace unos días me abordaba un alumno y me preguntaba. ¿Profesor, qué podemos hacer para paliar el cambio climático? Buena pregunta estando en la última evaluación del curso, pensé. Bien vale la pena que me detenga un momento y trate de darle a mi alumno algunas fórmulas que le permitan al menos mirar con cierta esperanza el futuro que se nos avecina.
Definitivamente creo que estamos en la fase de alarma en relación con el cambio climático. Los signos que se esperaban, los que entonces eran calificados de alarmistas y catastrofistas ya han llegado, ahora es incuestionable que el problema se ha hecho notar. Solo unos cuantos piensan que esto es una cuestión para meter miedo y que siempre han existido los ciclos climáticos y que estos cambios forman parte de la dinámica de nuestro planeta. Para estos, que aun no han sido capaces de darse cuenta de la situación solo les dedicaré un pensamiento: La ignorancia en ningún caso será el camino para salvar este planeta, sólo la necedad y la desinformación pueden dar lugar a la ceguera. Ya no es posible ocultar ni maquillar los datos, ahora estamos viviendo las consecuencias.
Bien, pero yo quiero hablarles de soluciones, y dejaré a esa minoría de escépticos para otra ocasión. En el tema de las soluciones también hay demagogia, también se miente y se confunde a los ciudadanos. Para buscar soluciones previamente debemos tener claro cuales son los daños y que los ha provocado. Por ejemplo, hablemos del gas CO2, éste gas es producido por la actividad humana, básicamente por la combustión de los combustibles derivada del petróleo. Éste gas es el responsable de que la atmósfera acumule cada vez más calor y se incremente la temperatura media del aire.
La biosfera, es el lugar en donde se están produciendo los mayores estragos en el asunto del cambio climático, es por ello, que es en esta “frágil esfera”, en donde debemos situar el escenario para la aplicación de las medidas que pudieran frenar este proceso inflacionario de deterioro de nuestro planeta.
Dependiendo de donde busquemos encontraremos unas u otras medidas. En todo caso yo clasificaría las medias en dos grandes grupos: Medidas que debemos tomar cada uno de los seres humanos de manera individual y medidas que han de tomarse de modo colectivo a nivel nacional e internacional.
Recientemente expertos de la ONU en el cambio Climático han elaborado un amplio catalogo de medidas que podríamos agrupar en los siguientes grandes bloques: Almacenamiento de CO2, implantación de sistemas de producción de energía eléctrica utilizando las energías renovables hasta un 35% con plazo para el 2020, reducción de los combustibles derivados del petróleo y sustitución de estos por biocombustibles (hasta un 10% de reducción), conseguir hasta un 30% de ahorro energético en los hogares de los países desarrollados, exigencia a la industria para que se implanten los llamados “métodos limpios” en la producción y la manufactura industriales, reforestación masiva de las zonas afectadas por los incendios y de las áreas semidesérticas.
La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero sólo se puede lograr a través de la eficiencia y el ahorro energético y el uso de energías renovables, que sustituyan progresivamente a los combustibles fósiles en la producción de electricidad. Además para lograrlo disponemos de la tecnología necesaria, pero es preciso que se reduzcan las barreras a la difusión y transferencia de estas tecnologías, se usen los suficientes recursos financieros y se ayude a los países con economías poco desarrolladas. También se deben aplicar políticas económicas y sociales que favorezcan el ahorro energético e incentiven las energías renovables.
Aumentar las superficies forestales es muy importante, ya que actúan como sumideros absorbiendo dióxido de carbono, evitando la deforestación y aumentando las repoblaciones, respetando en lo posible la biodiversidad.
Parece que nuestro enemigo más importante es el CO2 y las medias que he mencionado van dirigidas a combatir su presencia en la atmósfera. Sin embargo el cambio climático esta produciendo efectos colaterales muy graves. Uno de ellos quizá el más importante es la creciente escasez de agua dulce en nuestro planeta.
Paradójicamente esta ocurriendo que aumenta el nivel de agua de los océanos y sin embargo se ven mermadas las reservas de agua dulce. El agua dulce es la base de la agricultura, la ganadería y la propia subsistencia de animales y seres humanos. Antes, gran parte del agua dulce se acumulaba en las montañas en forma de nieve y hielo o en las propias zonas polares, ahora esas nieves y hielos se están derritiendo y depositándose en los océanos. Por otro lado la pluviometría que acontece en estos momentos es escasa y mal distribuida. Las lluvias que caen en forma torrencial apenas palian la sequía dado que son aguas que como decía antes también van directamente al océano, y además con su forma de precipitar violenta arrastran la tierra fértil que cubre las rocas de las laderas y de los propios valles.
Es evidente que una buena receta para evitar los problemas del cambio climático es apostar por un consumo racional del agua y un aprovechamiento sostenible de las cuencas de los ríos, de los lagos y de los acuíferos. Aquí las medidas pueden ser tomadas por cada uno de nosotros, de forma personal, comprometiéndonos a ahorrar cuando hagamos uso del agua.
Es razonable pensar que las medias para paliar el cambio climático suponen fuertes inversiones económicas por parte de los países que tienen el dinero y pueden hacerlo. Ahorrar necesariamente significa restringir los usos y ello necesariamente debe venir aparejado de alternativas razonables. Nadie, en su sano juicio, puede pretender que de momento dejemos el planeta a obscuras por la noche, que prescindamos del aire acondicionado y la calefacción, que no podamos desplazarnos, o que solo comamos cereales transgénicos y vacas engordadas con hormonas. Debemos seguir desarrollándonos como civilización pero de manera sostenible.
Desarrollo sostenible equivale a desarrollo sin agredir al medio, desarrollo cuidando aquello que hemos heredado y que debemos dejar en herencia a nuestros descendientes. Sostenibilidad significa mantenimiento del equilibrio natural. El abuso y despilfarro de materias primas y de combustibles es un vector que se opone al crecimiento sostenible, por lo tanto, es necesario, como receta para luchar contra el cambio climático, apostar por políticas de desarrollo sostenible. Los recursos energéticos han de ser utilizados con criterios de rentabilidad evitando el deterioro de la biosfera.
Es muy importante tener claro que los costos actuales para luchar contra el cambio climático se verán multiplicados en progresión geométrica a medida que se retrase su puesta en marcha. Lo que hoy significa, por ejemplo, la lucha en Alemania contra el cambio climático de acuerdo a las medidas dictadas por los expertos, unos 4.000 millones de euros este año, costará en el año 2050 unos 100.000 millones de euros.
"Si queremos detener el proceso de calentamiento de la tierra, los países industrializamos debemos reducir las emisiones de CO2 hasta 2050 en un 80 por ciento", según nos dicen los expertos.
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