lunes, 22 de enero de 2007

Los iones ambientales y sus efectos en nuestra vida.

Decir que la electricidad es la que mueve el mundo no es mentir. Si miramos a nuestro alrededor veremos que la mayor parte de las máquinas y sistemas técnicos que nos rodean funcionan con electricidad. Pero si decimos que también para nuestro propio organismo la electricidad es básica eso podría plantear algún tipo de dudas en los más incrédulos. Pues bien en este artículo voy a intentar dispar esas dudas y demostrar que las cargas eléctricas son vitales para nuestra vida y la del resto de los seres vivos.

Comenzaré diciendo que los elementos químicos que constituyen las moléculas en la naturaleza se encuentran normalmente unidos y gozando de cierta “armonía” o estabilidad que solo se rompe cuando estos se mezclan con otros o los agentes físico-químicos externos provocan su destrucción o cambio. Pongamos un sencillo ejemplo la sal común es decir el cloruro de sodio. Esta molécula tan conocida y necesitada por nosotros esta formada por átomos de cloro y átomos de sodio unidos. Si conseguimos romper la molécula de cloruro de sodio se formaran dos iones uno de cloro y otro de sodio. Si he dicho iones o lo que es lo mismo átomos cargados eléctricamente. En este caso el cloro será un ión negativo y el sodio sin embargo será un ión positivo.

Este fenómeno de rotura de moléculas y formación de iones es muy común en la naturaleza y lo suelen provocar las tormentas, el viento, las cascadas de agua, la contaminación de nuestras ciudades, los gases, etc… de tal manera que por ahí pululan enjambres de iones, los unos positivos y los otros negativos cada uno de ellos ávido por encontrar a otro ión de distinta carga con el que mitigar su sed de electricidad.

¿Cuáles son los efectos que provocan estos iones en los seres vivos? Son muy numerosos, unos beneficiosos y otros nocivos para la salud y hasta para la vida. La proporción de iones que podríamos considerar normal es de cuatro iones negativos por cada cinco positivos. De esta manera parece que nuestro organismo se siente bien y las funciones vitales que se producen en nuestros tejidos se desarrollan con toda normalidad. Sin embargo cuando la proporción varía en el sentido de aumentar las cargas positivas nos encontramos en un ambiente inhóspito y nuestra salud se ve amenazada.

En el laboratorio, los científicos han demostrado con absoluta claridad que en una atmósfera cargada de un exceso de iones positivos las plantas no se desarrollan y algunos animales llegan a morir. En el ser humano este exceso de iones positivos afecta principalmente al sistema nervioso, respiratorio y hormonal. Los síntomas que se suelen dar en estos ambientes son cansancio, dolor de cabeza, tendencia a la depresión irritabilidad, insomnio, etc…

¿Cuales son las fuentes de iones positivos?. Normalmente los iones positivos se forman por la acción de los rayos ultravioleta y por los rayos cósmicos, así como por la fricción de las masas de aire entre si, siendo el fenómeno especialmente notable en las horas anteriores a una tormenta. Cuando la Luna está más próxima a la Tierra (luna llena) se incrementa la cantidad de iones positivos en la atmósfera. En los vientos secos y polvorientos hay un exceso de iones positivos porque los iones negativos desaparecen al unirse al polvo. Como fuentes artificiales de iones positivos podemos mencionar la contaminación atmosférica, el aire acondicionado, las fibras sintéticas, las pantallas de ordenador y TV, etc... No debemos olvidar que en ocasiones el problema no es que no haya iones negativos que son los que nos benefician sino que el exceso de positivos acaba con los negativos, dado que los unos y los otros tienden a unirse debido a su distinta polaridad eléctrica.

Los iones negativos se forman por las descargas eléctricas de los rayos, por la función clorofílica de las plantas y por la emisión de radioactividad natural de la tierra. Una importante fuente de ionización negativa es el agua en movimiento porque al chocar el agua con las rocas o al formarse las gotas se producen iones debido a la fricción mecánica del roce o a la energía del impacto de las moléculas. El chorro de la ducha es una fuente de iones negativos. Este efecto lo descubrió por primera vez Philipp Eduard Anton von Lenard, un extraordinario físico húngaro galardonado con el premio Nóbel en 1905. Los iones negativos también se pueden obtener por procedimientos artificiales mediante aparatos llamados ionizadotes que aprovechando el efecto corona en un par de conductores eléctricos próximos son capaces de provocar un arco eléctrico que ioniza el aire a su alrededor, este efecto se denomina en física “efecto corona”.

Los efectos de las partículas cargadas negativamente (iones negativos) son muy numerosos, a titulo de ejemplo mencionaremos unos cuentos: Despeja la mente, facilita la relajación, mejora las enfermedades respiratorias, aumenta la capacidad de reacción visual, hace disminuir los lípidos y el colesterol, disminuye la agresividad y la ansiedad, regula la tensión arterial, tiene efectos analgésicos, reduce las alergias, facilita la recuperación de la memoria, mejora el aparato digestivo, limpia el aire de bacterias, humo, polen y polvo. Un efecto comprobado es la reducción de la hormona llamada serotonina, también llamada por los médicos “la hormona del stress”.

Es preciso que se sepa que el uso de ionizadores mal diseñados o no homologados puede ser peligroso para la salud ya que se puede producir un exceso de ozono y óxido nitrosos que son sustancias tóxicas y pueden provocar dificultades respiratorias.

En las horas anteriores a una tormenta en el aire predominan los iones positivos, inquietando a los animales, especialmente a los insectos. Cuando ha pasado la tormenta, en el aire predominan los iones negativos, por lo que se percibe una sensación de bienestar y calma.

El estudio de los iones y sus efectos en la salud ha sido recogido por la antigua medicina oriental, de tal forma que en los mapas corporales de los sabios médicos orientales figuran los puntos de acumulación de cargas positivas y negativas y de este conocimiento derivan técnicas como la acupuntura o los propios masajes corporales. El propio Albert Einstein dijo que las propiedades curativas del aire de la montaña de Davos eran debidas a la electricidad que albergaba.